Le rogaría que si piensa volver a firmar un correo con un “¿lo entiende?” cual Belén Esteban, lo hiciera con una dirección con nombre y apellidos, para saber quién es la persona que está detrás de ese arrebatador tono de superioridad que embriaga mis sentidos.

Hoy, en un email a quien supongo que debía ser el jefe de administración de sistemas en mi trabajo. La ineptitud llega un momento que cansa. Si esta semana estoy despedido ya sé por qué es.